viernes, 31 de marzo de 2017

Nos hacemos mayores: nuestro 10º aniversario

Hoy cumplimos diez años haciendo algo que pese a nuestras circunstancias adoramos: emplear el fútbol como excusa para charlar ente amigos de lo que nos apetece, siempre a nuestra manera, sin tiempos ni presiones, ya sea sobre la última Champions de Oceanía, el gran derby de la segunda de Argentina o el cuento de hadas de algún pequeño equipo transoceánico en la Coupe de France. Por ello cada uno de los cafeteros hemos escogido diez hechos o acontecimientos de los que personalmente nos han llamado la atención durante este periodo. Comenzamos con el creador de este lugar de reunión: 

1) Champions malaguista 
He presenciado en el estadio de La Rosaleda partidos de Tercera, Segunda B, Segunda, Primera, varios ascensos, algún triste descenso e incluso la aventura de la Intertoto que llevó al Málaga por primera vez a Europa disputando la UEFA. Como podréis imaginaros, el día que acudí a la previa, aquella tarde cálida de agosto ante Panathinaikos, todo me pareció un sueño. Todo aquel recorrido lo fue pese a los contratiempos en modo de inesperadas bajas veraniegas (Cazorla) o invernales (Monreal). El Málaga, mi Málaga, dejó su sello en Atenas, Bruselas, Milán, San Petersburgo, Oporto y Dortmund, fin de un periplo maravilloso de la forma más cruel e injusta. Por ello gracias eternas a Al Thani, a Pellegrini y a aquel grupo de jugadores, los Weligton, Isco, Santa Cruz, Eliseu, Toulalan, Willy Caballero o Demichelis que nos llevaron en volandas para vivir la grandeza que siempre anhelamos. Advierto que volveremos.

2) Iniestazo en Johannesburgo 
El balón superó a Stekelenburg a la par que como un rayo dejé atrás a mis amigos hasta llegar al centro de la plaza, saltar como un loco, abrazarme a un desconocido como si fuera la persona más importante del mundo para mí. Iniesta provocó una serie de temblores en todo el país cuando depositó el balón en las mallas holandesas para culminar el imposible en el que íntimamente siempre creímos, nuestro mayor anhelo, aquello que eliminaba décadas de frustraciones, de debates por el estilo, de penaltis de Eloy, goles de Michel Baggio, codazos de Tasotti, desagravios de Al Ghandour o incompetencia propia en el amplio abanico de desgracias patrias. Fiesta, gol máximo, redención absoluta. Lo que nunca, jamás, olvidaremos: España Campeona del Mundo.

3) El doblete de Milito en el Bernabéu 
Ser del Inter no es nada sencillo. El rival ciudadano ha ganado más Champions que tú, el gran adversario nacional lleva años ganando casi todo en casa. Mientras tú has tenido que soportar los éxitos ajenos con algún triunfazo (todo sea dicho) esporádico, trufado de afrentas inolvidables como el no-penalti a Ronaldo Nazario en Turín en 1998 o la derrota en el Olímpico de Roma en 2002. Esas derrotas difícilmente cicatrizarán, pero a mediados de la pasada década el destino nos comenzó a sonreír. El Calciopoli dejó al Inter en una excelente situación para tomar el mando de la Serie A los siguientes cursos, cosa que hizo durante un quinquenio con mano de hierro. El descenso de la Juventus y el mal momento del Milan endulzaron todo aquello, si bien fue Mourinho el que devolvió el orgullo a las filas nerazzurri. Primero, a través de la confianza que dio apear al Chelsea en Stamford Bridge en octavos de Champions. Posteriormente sobreviviendo al asedio del Camp Nou para regresar a la primera final en casi cuarenta años. Con lo que había vivido el Inter hasta entonces, enfrentarse al Bayern de van Gaal sería el menor de sus problemas. Un príncipe, como en los buenos cuentos, selló el triunfo del amor interista con dos goles para redimir más de cuatro décadas de espera. La Grande Inter resucitó con Diego Milito, Julio César, Maicon, Materazzi, Stankovic, Cambiasso, Samuel Eto'o o Javier Zanetti. Grazie ragazzi

El Príncipe
4) José Mourinho vs Josep Guardiola 
El gran duelo de técnicos de nuestra época. Los hay y ha habido fenomenales estos años como Ancelotti, Klopp, Conte, Simeone o Allegri, pero nadie que elevase el juego a un nivel tan superlativo en dos de los clubes más grandes del mundo, convirtiendo cada duelo en un choque para la historia. Actuaciones memorables, magistrales demostraciones tácticas, dos bloques por momentos inabordables, extremadamente poderosos, si bien la mejor versión culé fue más duradera y ganadora que la merengue. Desde entonces un enfrentamiento en la Supercopa de Europa hasta el reencuentro en la Premier, donde por ahora el irregular presente de los dos poderosos clubes mancunianos ha restado vigencia y morbo a sus envites. Aquello que vivimos a principios de esta década difícilmente será repetible.

5) El Sabio de Hortaleza nos enseñó a ganar
Supo a gloria aunque costó lo suyo. Primero, extirpar el debate del "7 de España" auspiciado por la nociva prensa nacional. De aquella debacle en Belfast de aprendió sobre lo que se podía aprovechar, y sobre lo que debía desecharse. Un gran triunfo en Dinamarca y otro en el Bernabéu ante Suecia nos llevaron a una Euro cuyo billete nos estaba saliendo más caro de lo habitual. Ahí la primera fase fue más plácida de lo esperado: goleamos a Rusia, vencimos in extremis a Suecia y nos impusimos con la segunda unidad (Xabi Alonso, De la Red, Marchena, Güiza, etc) a Grecia, en una remontada a la que tuve la fortuna de estar presente. Los cuartos nos pusieron a Italia delante, clásica bestia negra, coloso acostumbrado a pelear y ganar mucho más que nosotros. Sin embargo esta generación supo competir, hizo gala de su poderío mental y técnico, haciendo caso a Luis Aragonés, que les convenció de su maravillosa capacidad. Superiores durante 120 minutos, los penaltis nos permitieron romper la barrera invisible que nos permitía entrar entre los mejores. Rusia asustó en semifinales, si bien una segunda parte deliciosa permitió un pase tranquilo. Ya en la final, Fernando Torres superó a Lahm y a Lehmann para sellar un triunfo irrepetible que supo a primera vez (aunque realmente fuera la segunda, pues se había ganado en 1964). 

6) Brasil 1 Alemania 7 
Cualquier semblanza entre el Brasil actual y el de 2014 se debe casi exclusivamente al color de sus camisetas. Poco más pese a que algunos componentes son los mismos. El de Tite es un cuadro sólido, que juega bien, resolutivo, seguro. Aquel era un conjunto atenazado por la responsabilidad, cuyo centro de la zaga (David Luiz-Dante) era aterrador, con un buen 9 al que nada le salió (y que dejaba que desear en comparación con otros que tuvieron ese peso) y una única estrella que ni si quiera pudo comparecer por una desafortunada lesión. En el Mineirao a Brasil se le vio temblorosa desde el himno, algo que atestiguaron todos cuando a los pocos minutos se adelantaron los teutones. Uno tras otro, en un escaso margen de tiempo cayeron hasta 5 tantos que sellaron el pase de unos y la vergüenza histórica de otros con una hora por disputarse aún. Fue el Maracanazo de nuestro tiempo.

7) La caída de los gigantes
Nunca sabes cómo te puede sorprender el fútbol, incluso respecto a la solidez de alguno de sus clásicos titanes. El Atlético de Madrid descendió no mucho después del doblete del 96, a la Juventus se la llevaron los tejemanejes de Moggi a la B e incluso clubes como AC Milan y Manchester United han jugado en la división de plata en los años 70. Estos últimos años dos de las entidades más poderosas de Argentina y Sudamérica, River e Independiente, descendieron a los infiernos para purgar una seguidilla de malos torneos cuyo promedio les condenó. Otrora soporte, la obligación atenazó a unos jugadores que cayeron al pozo para algarabía de sus eternos rivales, cuyas burlas siguen vigentes años después. Su posterior suerte ha sido dispar: mientras Independiente se desenvuelve en la mediocridad, River volvió a ganar tanto títulos locales como internacionales, sobre todo gracias a la maestría del Muñeco Gallardo. El último en caer ha sido Internacional de Porto Alegre, uno de los clubes brasileños de mayor lustre, el mismo que en 2006 derrotó al FC Barcelona en el Mundial de Clubes o que hasta hace nada siempre estaba a la vanguardia tanto en su país como en su continente. Al menos, este curso regresaron el América de Cali (4 veces subcampeón de la Libertadores) y el AEK Atenas. 

8) Islandia, Irak, Leicester City, Gales, Zambia, Tahití, Chapecoense, Albania... 
A veces llegar ya es ganar. Que se lo digan a Albania, Gales e Islandia, que compitieron con mucha honra en la pasada Eurocopa de Naciones, dos de ellas incluso amenazando con colarse en semifinales del torneo. A Irak le hemos visto romper los pronósticos llevándose la Copa de Asia, logrando Tahití tres cuartos de lo mismo en Oceanía. Zambia fue campeona de África por la memoria de aquellos compatriotas que se dejaron la vida en un accidente aéreo, idéntica desgracia que sufrió Chapecoense hace unos meses cuando se disponían a disputar su primera final continental. Aunque quizá lo más grande es lo que logró Claudio Ranieri con el Leicester City, un grupo de meritorios guiados por el corazón de Kante, las paradas de Schemeichel, los goles de Vardy y las perlas de Mahrez hasta conquistar la Premier. La imprevisibilidad del fútbol es uno de sus mejores tesoros, un elemento que lo convierte en irresistible. 

9) La esperanza 
Diarios de Fútbol, La Libreta (Miguel Gutiérrez), Martí Perarnau, Ecos del Balón, Fútbol Underground, Ramón Trecet, MarcadorInt con Axel Torres y Toni Padilla a la cabeza, Proyecto Panenka... Hay un puñado de periodistas deportivos maravillosos en este país que dignifican la profesión, gente con la que aprender y disfrutar desde el respeto y el análisis. Lo que el deporte debe ser. Por favor, no desistáis, representáis lo que muchos querríamos ser y lo único que vale la pena en un panorama tomando por los ultras de los grandes medios. 

10) Vivencias
Estos años de Café he vivido en los estadios tanto un ascenso del Málaga como su participación en Champions desde las gradas de La Rosaleda, visité varias veces San Siro (en 14 días acudiré a mi primer derby della Madonnina) y por fin crucé el charco para ver a Racing en directo. He estado en el Bernabéu, el Vicente Calderón, el Coloso rosarino, en Salzburgo viendo la Eurocopa o en el Monumental de Núñez, aunque me he quedado a las puertas de Wembley, el Allianz Arena, Ámsterdam Arena, Heysel o Da Luz. El fútbol como deporte, el sentido de pertenencia que implica, la fidelidad, la complicidad y especialmente el júbilo que de vez en cuando proporciona este inigualable deporte significa horas de debate, recuerdos, sonrisas y lágrimas que en el caso de muchos más de los que nos atrevemos a reconocer nos marca de un modo especial. Es por ello que quiero agradecer a todos los que estos años nos habéis apoyado, nos habéis enseñado y también aguantado. Habéis hecho que escribir cada artículo, debatir cada matiz, conoceros a algunos en persona, haya merecido supuesto un fantástico placer.

jueves, 23 de marzo de 2017

Uruguay 1 Brasil 4: Neymar baila y Paulinho ejecuta

Paulinho, vuelve a la élite y olvida la broma china, hombre.
Noche inolvidable e histórica la acontecida en el mítico estadio Centenario de Montevideo en otra edición de uno de los clásicos sudamericanos y mundiales más bonitos que ofrece el panorama balompédico. En un duelo que se presumía igualado, Uruguay no dejaba a su contrincante superar la media en el tramo inicial, apretándole cada vez más arriba. Fruto de ello un error de Marcelo propició un penalti sobre Cavani que el propio atacante transformó en el 1-0. Era su noveno gol en estas eliminatorias, todo un seguro de vida cara al arco.

Sin embargo Brasil no se achantó. Comenzó a crecer con el balón, asegurando la parcela central con su trío Renato Augusto-Casemiro-Paulinho. Éste último sorprendió con un espléndido latigazo que igualó la contienda aún en el 19' de juego. Desde ahí, alternativas con mayor dominio visitante, si bien en las áreas podía suceder cualquier cosa. Al descanso llegaron tranquilos, aún desconociendo lo que sucedería tras el paso por vestuarios.

Un zurdazo de Firmino desde la frontal obligó a Silva, cuyo rechace cayó a pies de Paulinho, que culminó la remontada llegando desde atrás. Era el tercer jugador en la historia que lograba un doblete en la casa charrúa en las eliminatorias sudamericanas. Palabras mayores. 

En un bloque tan serio como el que ha conformado Tite (8 victorias en otros tantos partidos, seis de ellos sin encajar gol), Coutinho y Neymar ponen la magia. El barcelonista, inspiradísimo, desparramó durante todo el segundo tiempo a sus marcadores por el añejo césped de la capital uruguaya, hasta culminar su obra con una preciosa vaselina que sentenciaba el encuentro.

Con el 1-3 la Celeste se lanzó con todo, gozando de llegadas sin demasiada claridad ni acierto en el remate. Brasil, cómoda, jugaba suelta, sin prisas, incluso buscando un nuevo tanto. Y llegó, otra vez obra del hombre tocado esta noche por una varita mágica: para culminar su machada, Paulinho firmó su hattrick con el pecho.

Brasil consolida su liderato, aventajando ya en 7 puntos al segundo (precisamente Uruguay) a falta de tan solo cinco jornadas de las cuales tres de esos encuentros los disputará en casa. Su presencia en Rusia 2018 está prácticamente asegurada, mientras los charúas y todos los demás aún deben luchar para obtener su boleto.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Cualquier tiempo pasado, ¿fue mejor?

El 'Tato' Abadía
Se hace bastante habitual últimamente evocar al fútbol del pasado con melancolía por lo que fue y tiene visos de no regresar jamás. El ya célebre lema de Against Modern Football (Contra el Fútbol Moderno) ha calado tanto en cierto espectro de la masa que sigue este deporte que pese a todo nos hace preguntarnos porqué siguen acudiendo a los estadios o simplemente siguiendo los partidos desde su casa si tan en contra están. Supongo que la respuesta está en la pasión.

Con todo, he abandonado el ostracismo de estos meses tan ocupados de mi vida personal ya que hoy me apetecía mucho comentar este tema. Además, por una vez gozo de algo de tiempo. Comienzo posicionándome: yo también echo mucho de menos el fútbol de antes. Es cierto que ahora tenemos la posibilidad de seguir cualquier partido del mundo sin necesidad de salir de casa, en directo, desde la comodidad de nuestro sofá. Ya no hay que esperar a que las noticias o el teletexto lo recojan, o a lo peor al periódico del día siguiente no ya para conocer el resultado de un Manchester United-Liverpool, sino incluso de un Real Oviedo-SD Compostela si no habías estado atento. Es cierto que también desde casa podemos comprar entradas para cualquier partido, así como conseguir el medio de transporte y 'merchandising' de cualquier equipo. Para mí, ahí se acabaron las ventajas, que no son pocas.

Creo que comparativamente el paso del tiempo ha empeorado la percepción del fútbol, e incluso quizá su calidad (aunque esto último es muy muy discutible). No hablo de pantalones cortos, camisetas con escudos cosidos, tipos calvos sin complejo o barbudos, todo ello es una cuestión estética, aunque sí reconozco que ello me gustaba más en la época pre-metrosexual. Me refiero principalmente a Prensa, horarios, precios de las entradas, las competiciones tanto europeas como de selecciones así como el creciente abismo económico entre clubes.

¿Os acordáis de los 90? Es de lo que hablaré principalmente, ya que aunque haya visto y leído mucho de otras décadas, al nacer en 1983 lógicamente no empecé a tomar cierta consciencia hasta unos años más tarde. Evoco a los últimos años del pasado siglo porque hasta mediados del mismo aún cabían esperar ciertas esperanzas: había nacido la Champions, pero solo iban los campeones nacionales. Había ganado la Premier el Blackburn Rovers, y no hace tanto el Leeds United de Eric Cantona. El Calcio era fortísimo y en la Liga podían golear el Racing al Barça u Osasuna al Madrid sin que por ello se criminalizase a nadie. Sin embargo, a mi lo que más me gustaba era poner la radio el domingo por la tarde a las 16h para escuchar la previa de los partidos, así como oír, disfrutar, aprender durante toda la tarde con los 6 o 7 encuentros que se disputaban simultaneamente en Primera División, sin contar los de Segunda. ¡Gol en Sarriá! ¡Penalti en La Condomina! ¡Empata el Albacete en el Carlos Belmonte! Todo ello podía haber acontecido con escasos segundos de diferencia, una locura maravillosa que apenas revivimos con cuentagotas en las dos últimas jornadas de cada campeonato.

La radio no solo ha perdido su magia con la disparidad de horarios. ¿Qué interesa a los chinos? Supuestamente la Premier League, que les interesa más, mantiene un grueso de partidos los sábados por la tarde, algo que para diferenciarnos aquí podríamos hacer el domingo como antaño en vez de fijar las fechas semanas antes (malo para la planificación de hinchadas visitantes) o modificarlas sin previo aviso, con el perjuicio que supone para aquellos que viajan un sábado a una ciudad distinta de la suya y ahora se plantean perder dinero, enfadar al jefe y/o a su familia, perderse el juego o todo ello junto gracias a la sensibilidad del señor Tebas, que jamás ha pedido perdón por todo ello. Pero estábamos con la radio, un lugar que abandoné hace aproximadamente una década cansado de escuchar milongas, ira y mentiras trasnochadas en los programas que antaño fueron referencia. Como el panorama no parece haber cambiado, sigo sin escucharla, algo que lamento profundamente pues me encantaba, y la disfruté muchísimo el tiempo que trabajé en ella en Madrid, aunque solo escuchaba mi programa, pequeño pero en el que se trataba al deporte, los clubes y los deportistas con 
un respeto cada día más perdido.
 
 
Tres cuartos de lo mismo sucede en la prensa escrita, ya sea en papel o digital, y en la televisión. No en todos los medios, pero sí en la mayoría de aquellos que tienen los altavoces más grandes, los generadores de corriente que antaño analizaban y opinaban desde la prudencia, sin faltar ni buscar polémica. Ahora aquellos que ya sabéis y que no nombraré para no manchar este lugar, disfrutan cual marranos en lo que han convertido en pocilga. Eso sí, si la gente no consumiera mierda no se ofertaría, por lo que también echo de menos cuando los aficionados, más o menos reflexivos o pasionales, no estaban manolizados.

Al hilo de los horarios mencionados antes, el precio de las entradas es un disparate cada vez mayor. ¿Por qué crecen? Porque lo hace el club, que tiene que costearse los gastos. ¡Pero si cada vez ingresan más de las televisiones y sus sponsors! Claro, y sus jugadores, cuyos sueldos cubren una grandísima parte del presupuesto, son los que más chupan. Así que ahora es, desgraciadamente, cada vez más habitual ver estadios con menos público ya que un lunes noche (día laborable), un viernes por la tarde o un sábado a las 13h no son precisamente las franjas horarias más apetecibles para desplazarte hasta el estadio, gastarte un buen dinero y con suerte no llevarte un disgusto con el resultado. Si a ello le sumamos que el descenso del poder adquisitivo medio se resintió con la crisis, se entiende menos el modelo. Eso sí, desde la Liga se pide que a poder ser los anillos inferiores estén ocupados (la famosa U televisiva) para que el estadio parezca que tiene buena afluencia, so pena de sanción para el equipo local. Décadas atrás, hubiera o no crisis, unos precios más coherentes y unos horarios decentes aseguraban una buena entrada independientemente del choque. Hoy vemos que en España no es así.

Para el final he dejado algo que me duele bastante también. Entiendo que las competiciones modernicen cambien sus formatos y reglamentos para hacerlas más atractivas, pero para mí esto que están haciendo está logrando un efecto adverso. Tomemos como referencia las competiciones europeas de clubes: en los años 90 la insistencia de un  grupo de empresarios encabezados por Silvio Berlusconi lleva a la UEFA a hacer de la Copa de Europa la Champions League. En principio se eliminaban los cuartos de final sustituyéndolos por una liguilla de dos grupos con cuatro equipos cada uno. Además, al torneo solo acudían los campeones vigentes de cada país, los cuales solo podían tener 4 extranjeros en su plantilla de los que no más de 3 podrían jugar juntos a la vez. La entrada primero de los subcampeones de liga (luego se amplió a terceros y/o cuartos según coeficiente UEFA) junto a la irrupción de la Ley Bosman fue haciendo del fútbol de alta alcurnia algo menos mágico y atractivo. Ya no volveríamos a ver a un equipo completamente (o tomando una mayoría como base) de nacionales o jugadores de una región llegando lejos, algo que acabaría desnaturalizándolos. No tengo absolutamente nada en contra de los jugadores que cambian de país o continente para ganarse la vida lo mejor posible, están en todo su derecho, traen otra cultura, otra forma de entender el juego, otros regates, goles, sonrisa y sentido colectivo y/o del esfuerzo. Sin embargo no poseen la misma esencia que aquel Celtic que en 1965 conquistase Lisboa con 11 chicos de Glasgow y alrededores, o el Real Madrid ye-ye que un año después, compuesto de un grupo de jugadores españoles (Amancio, el veterano Gento, Velázquez, Serena, etc) junto a alguna gloria como Puskás, derrotase a un Partizan de Belgrado magnífico en el que sobresalía Vasovic, a la postre pieza fundamental del Ajax que comenzó dominando los 70, le sustituyó el Bayern posteriormente y a este los ingleses. Con algún extanjero y una base nacional, aquellos equipos no eran las multinacionales de ahora, sin ir más lejos el irreconocible Granada (¿dónde quedó su identidad?) o casi cualquier otro equipo de las dos primeras categorías de cada liga europea. 
 
Perdida la esencia, se va con ella la identidad así como la identificación del público. A mi no me importa con qué 11 jugadores dispute mi equipo cada encuentro siempre que lo den todo sobre el césped, pero convendremos que será más bonito y nos sentiremos más representados (no sé si mejor) siendo gente más o menos de nuestra tierra, algo que tampoco asegura nada, pues aquí en Málaga se ha dejado los cuernos Weligton como ya quisiera cualquier chaval de la cantera, aunque creo que entenderéis a qué me refiero. ¿El último refugio? Las selecciones, no obstante lo son menos cada vez. No por no jugar la gente de cada país, que normalmente es así, más bien porque facilitando tanto el acceso a los grandes torneos estos dejan de ser tan especiales, tan importantes, dado que se rebaja el nivel no en pos de la democracia, más bien para hacer más dinero, como en todo. Ah, el dinero, ese vil maligno que ha obrado un abismo cada vez mayor entre unos pocos clubes de élite y el resto... Perdonad el desvarío. Sí, las selecciones nacionales. Me encantó disfrutar de Albania, Gales o Islandia en la pasada Eurocopa, así como ojalá vea un día a Uzbekistán batirse contra Brasil o Camerún en un Mundial. Para ellos es algo tremendo, casi inalcanzable de no ampliarse las plazas. Sin embargo lo que para  Rumanía podía ser un hito, pasa a ser prácticamente una obligación toda vez que los combinados de primer y segundo nivel logran la clasificación sin mucho problema (Holanda es caso aparte, digno de estudio). 

El Göteborg campeón de la UEFA 1987
¿De veras nos apasiona el enésimo Arsenal-Bayern de todos los años en el que la duda es por cuántos goles vencerán los bávaros al inocente conjunto de Wenger? ¿Por qué han restado todo el atractivo a las fases de grupos de Euros y Mundiales (éstos desde 2022) otorgando cupos que rebajan el nivel hasta casi el esperpento? ¿Podremos volver a ir al fútbol en horas normales sin costarnos un ojo de la cara para ver un encuentro de Primera División? ¿Volverá la Prensa a dedicarse al deporte en vez de a envilecerlo y servirse de peinados, Instagrams, encuestas malintencionadas y cuentas de Twitter?

Dado que la respuesta más probable es no, no me cabe duda que sacrificaría todos los beneficios y ventajas que nombré al inicio del post con tal de volver a lo de antes: futbolistas normales, debates sobre fútbol y no sobre gilipolleces, horarios coherentes, precios asequibles, una radio que solo hable de deporte, unos partidos verdaderamente especiales, un poco de naturalidad, la que tenía la inocencia de un tiempo cuyo último reducto probablemente se encuentre en las divisiones inferiores. Por suerte o por desgracia, ahí sí podemos disfrutar de un Logroñés-Racing.